Un recorrido musical que nadie pidió sobre qué tan bien y tan mal nos hacen.
Quizás resulte paradójico
que el Día de los Medios de Comunicación Social no tenga tanta prensa. Puede
que al leer esto te estés enterando que se conmemora cada 10 de mayo en todo el
mundo, justo una semana después del Día Mundial de la Libertad de Prensa, pero
esto es tan solo un detalle.
También es
paradójico que haya sido la iglesia católica que lo instauró, y que entre los orígenes
de los periódicos se encuentre la función de mantener al comercio sano, cuando
mercaderes comenzaron a comprar información sobre rutas seguras para no perder
sus especias a manos de saqueadores.
En fin, demasiada
profundidad para lo que quisiera expresar, aunque no me voy a adentrar
directamente al día, que debería ser una jornada de reflexión acerca del
papel de los medios de comunicación en la sociedad, más aún en tiempos en los
que a veces olvidan su responsabilidad mediante la proliferación de información
con poca rigurosidad periodística y con el afán de confundir o difundir contenido
engañoso para desinformar. De repente no solo los que estamos vinculados con
los medios desde distintos lugares tuvimos que ser cautos con el ejercicio de
detectar si una noticia era tal.
Volviendo a lo
que seguro pueda entretener un poco más, me dispongo a hacer un viaje musical
por bandas que pusieron el foco sobre el papel de los medios. Algunos lo
hicieron desde la crítica (negativa) o desde su carácter, a veces, disfuncional.
Otros solo lo mencionaron o giraron sus historias.
La inmediatez con
la que nos enteramos de qué sucede en el Congo, o si en China están trabajando
en nuevos hallazgos científicos, o si un estudio en Michigan descubrió tal o cual cosa ya no nos sorprende
y da cuenta de verdades que son ajenas a nuestro modo de vida. Su repetición en
las pantallas nos convoca a interiorizarlo y hasta perdemos de vista la lejanía
y su nulo impacto en nuestro quehacer habitual. En 1989 Joaquín Sabina escribió
una canción para la cantante mexicana Guadalupe Pineda. Se titulaba “Eclipse de
mar”, que conoceríamos -con algunos ajustes- de parte de su boca en 1990 entre
los temas de su séptimo disco, “Mentiras piadosas”. Parte del éxito de esa
canción se le debe a la participación, en su composición, del escritor y
músico, y cineasta, y escultor, y pintor y poeta español Luis Eduardo Aute
(permítaseme abusar de la conjunción “y” como efecto de exageración de la suma de actividades
que este casi desconocido en nuestra tierra se dedicó a acumular).
Si no te suena de
entrada esta canción solo voy a ayudarte diciendo que arranca con “Hoy dice el
periódico que ha muerto una mujer que conocí”, y que quizás la tengas también
presente gracias a -me pongo de pie- Juan Carlos Baglietto -me siento
nuevamente-.
¿Qué tratan de hacer
Joaquín y Aute? Explicar que las noticias internacionales poco les importan. Al
narrador le interesa lo que tiene que ver con las relaciones interpersonales
entre los más cercanos. Puntualmente sobre “esa” persona. Al sujeto no le
interesa nada más que saber de la otra persona. Ni pelota con que perdió el
Atlético de Madrid (club del cual es hincha Sabina y hasta escribió su himno),
ni que las putas en Moscú están de huelga. De la persona que le interesa, ni
noticias. Arriba de todo ponen la importancia de la cotidianeidad, lo singular
y la experiencia personal. Abajo, lo que se cree que es noticiable para la
mayor cantidad de personas -o lectores, espectadores, consumidores de medios-. En
momentos en que lo privado busca ser convertido en acontecimientos públicos
como solemos toparnos en las revistas del corazón (y con esto se te cayó el DNI,
Matías), es lo mínimo y minúsculo lo que al narrador le da peso con fuerza.
Otro punto sobre
el que detenernos en este día está en la sobreinformación a la que estamos
expuestos (ni me voy a frenar en que en realidad es una acción más activa que
pasiva). El control del consumidor de medios es expresado en Rather Be, de The
Verve, en 2008. Por esos días, Richard Ashcroft, cantante y líder de la banda,
expresaba en la BBC algunas cosas referidas a lo que quisieron decir con la
letra: “Estamos tan bombardeados con tanta información y hay un punto en el que
solo tenés que apagar y desconectarte de todo”.
Los medios
también refuerzan valores y modos de percibir al mundo. A veces se pasan y
construyen estereotipos que afectan a los públicos negativamente (a propósito,
en nuestro país tenemos la Defensoría del Público para promover a diversidad cultural
y lingüística y combatir contenidos perjudiciales para la sociedad). De eso habló
Robbie Williams en 2013 con su canción “No one likes a fat pop star” después de
que varios medios se centraron en criticar que estaba excedido de peso (elegí
esa palabra porque tenemos establecido que debe haber un límite desde lo
estético y de él tenemos que desprendernos). Ya lo dice el título y lo repite
en la letra: “nadie quiere a una estrella del pop gorda”. En la canción cuenta
que un día tuvo que suspender desayunos y comidas, y con ellas, la alegría.
Todo para ser una estrella musical acorde a los cánones que los medios suelen
reforzar.
Por último, celebremos que las noticias y los medios han contribuido a la creación de grandes canciones. En 1981, The Human League lanzó el disco Dare!, que contenía el clásico “Don’t you want me”. Se trata de una conversación algo tóxica entre dos que fueron pareja. En la historia, el narrador hombre cuenta que conoció a una mesera y la llevó al estrellato, aunque ahora estén peleando. La canción estuvo inspirada en artículo de revistas destinadas a las mujeres. Lo que dejó: número 1 en los charts inglés y norteamericano.