jueves, 12 de diciembre de 2019

Un tipo que observaba mucho al amor

Luciano Olivera presentó su tercer libro “No le llames amor a cualquier cosa”, una selección de cuentos que giran en torno al amor en todas sus dimensiones y formas.

El escritor, docente, productor y director audiovisual Luciano Olivera presentó este jueves 12 de diciembre su tercer libro titulado “No le llames amor a cualquier cosa”, editado por aurelia rivera libros, y en el que introduce al lector en una ensalada de vínculos e historias que ponen el eje en imágenes de amor en todas sus dimensiones, y a las que nadie podría poner en jaque.

La presentación arranca con una aclaración. Que eso que muchas veces se suele decir “amor”, no lo es tal. No lo pone en consideración aún sentado al lado de la escritora y periodista Florencia Canale, con larga trayectoria dedicándole hojas al amor. Quien es el “imputado” de la tarde (como lo presentó ­-valga la redundancia- la presentadora) es Luciano Olivera que, minúsculo ante un auditorio completo de la Casa de la Lectura, pone en común algunas de las pautas para leer su tercer libro “No le llames amor a cualquier cosa”.

El tercero de los hijos de Olivera (sin contar a Lola, que se infiltra en alguno de los cuentos) detrás de “Caramelos y aspirinas” y “Largavistas”, repasa espacios densos, bien descriptos de igual calibre que una más que trabajada observación, pero contados desde el amor en todas sus formas. El de Lili, la hija de Miguel; el homenaje al Negro Fontanarrosa; la devoción por la cultura del fútbol –que en muchas ocasiones tan mal nos hace pero que no podemos dejar de amar-; Papá Noel y Dios; el piano de Carlitos Balá -tan cerca y tan lejos por culpa de la injusticia como única explicación de la trama-; el amor de los amigos y el de un hijo hacia su madre vientre afuera y vientre adentro; el del amor-amor en su máxima expresión ochentosa; y otros tantos que se alistan en el porvenir.

“Para mí el amor es un continente de amistades. Puede tener muchos colores y matices, pero básicamente están fundados en la amistad”, cuenta Olivera, que en esta entrega tampoco dejará a su Independiente por fuera de las hojas. “Siento algo muy parecido como una relación amorosa con mis amigos. Calculo tener muchos amigos, de toda la vida y otros sumados de hace poco”, completa.


Soy muy observador. Tengo tantas imágenes que acumulo que agarro cualquiera y me pongo a escribir. Las que quedan de verdad en la memoria por algo quedaron y esas son las que suelen servir más”, desviste el escritor parte de la fórmula que lo llevaron al tercer libro.

De esto trata “No le llames amor a cualquier cosa”, un imperativo en clave Olivera para ir atrás –porque Olivera es memorioso y su terreno más cómodo es el de la niñez y la infancia– en los recuerdos que se filtran cuento tras cuento.  “No soy negador de estos tiempos, pero probablemente el vértigo en el que vivimos haga algo que nos parezca amor algo que en realidad es mucho más ficticio, más efímero”, cuenta el escritor, que seguramente será recordado la próxima vez que alguien tenga que jugársela por amor (o algo parecido al amor).

domingo, 2 de junio de 2019

Un recuerdo complejo que llegó sin avisar

Leyendo sobre el proceso creativo, de sus distintas etapas, entre ellas la incubación y la iluminación, sobre bloqueos y revelaciones, me aparece una imagen que era frecuente, familiar, habitual y normal hasta, ponele, una década atrás. Me viene con lujos de detalles. Me sorprende y me quita el sueño porque nunca antes me había acordado de algo tan minúsculo, y hoy me llega como un combo completo, con todos los ingredientes. 

Es una parada de colectivos. 
De hormigón, sobre Panamericana (aunque en realidad es en el punto justo en el que se mezcla con la Ruta 8).

Con el progreso, las modificaciones de la ruta, se hizo más fácil caminar un poco más hacia la parada siguiente, básicamente para conservar la vida.
El punto geográfico es Pilar. A unos 50 kilómetros, tal vez, de donde vivo hoy.
La parada tiene techo de cemento. Los dos asientos, cada uno para dos personas, enfrentados. Hablo en presente porque lo siento actual, aunque hace años que no la piso, no evito sus charcos los días de lluvia y los siguientes. Cada asiento está sostenido por dos tornillos grandes, que no sobresalen y eso hace que puedas apoyar tu espalda. ¿Su altura? Un adulto puede sentarse y mantener los pies, toda su suela, en el piso. Un nene que, con su padre, madre o hermano que acompaña para tomar el bondi hacia el jardín, como lo fue con Facu o Agus, 15 y 19 años menores, solo puede sentarse con los pies colgando, balanceándolos hasta que el colectivo viniera, se subiera cerca de la estructura, y el resto es viajar. El poco espacio vertical de hormigón está cubierto por carteles o restos de ellos, promocionando peñas, jineteadas, candidatos política, etc. 
Pero todo esto estaba acá. Estuvo siempre. Algo lo despertó. Algo lo hizo venir. En este momento un domingo a las 2 AM. Es como si hubiese ido de vuelta a esos escasos metros cuadrados, volviera y escribiera de ellos. Pero no.
Se abrió un cajón y tenía ese espacio rodeado de yuyos a veces altos y manchados por la acumulación de agua y tierra. 
No me voy a poner a buscar una razón. Esta lógica no va por ahí. No quiero un destino. Voy simplemente a querer que imágenes del pasado, recuerdos recuperados y detalles, vuelvan a aparecer sin avisar. Y yo que insisto en la preocupación de no recordar tanto como quisiera...

martes, 8 de enero de 2019

Baños para pocos

Son cada vez más los restaurantes, bares y estaciones de servicio que empezaron a utilizar cerraduras electrónicas con clave para uso exclusivo de clientes. Las quejas también aumentan. ¿Qué dice la reglamentación?

El debate por los baños de restaurantes, bares y estaciones de servicio vuelve a entrare en discusión aunque con un condimento del mundo digital, no distante a los gadgets actuales.

Es que  en muchos de los comercios reemplazaron los tradicionales picaportes y cerraduras por cerrojos electrónicos en las puertas que solo pueden ser abiertas ingresando un código que se les provee a los clientes en la factura. Es el caso de Starbucks, Burger King, Mostaza y otros comercios que pueden afrontar estos cambios tecnológicos con el fin de dedicar el uso de sus baños a quienes consuman en el establecimiento.

No tardó en visualizarse la queja de personas a través de redes sociales. En twitter se generó un hilo comunitario en el que se fueron publicando los códigos de los baños de varios comercios gastronómicos de la Ciudad de Buenos Aires.

“Como twitter es servicio y por ley tienen que dejarte pasar al baño seas cliente o no, la contraseña del baño del Burger frente al Clínicas es 1347#”, Nato iniciaba el debate devenido espacio de queja.

“Burger King (Corrientes y Ángel Gallardo: 1111#), Starbucks (Santa Fe y Callao): 2457#”, informaba Sofía en uno de los tuits. “Agarren algún ticket de la basura. Yo hago eso”, bromeaba otra persona, aunque al fin de cuentas, tener ganas de ir al baño y no poder hacerlo se torna serio para cualquiera. “El de Mostaza del Buenos Aires Design es 1369#”, escribió Matías.

Entre los comentarios hubo quienes justificaron la implementación de cerrojos electrónicos con las malas condiciones en las que suelen quedar los baños, aunque otros retrucaron que se trata de un problema estructura, vaya uno a saber si de cultura, educación o simplemente empatía. Sin embargo, aunque la solución tecnológica pueda pasar por un tema de costos, el precio de estas cerraduras inteligentes va desde los 3 a los 11 mil pesos, sin contar la instalación.



¿Qué dice la ley?

Este no es un debate nuevo. Ya los improvisados carteles en las vidrieras de cafés lo explicaban con un sutil “Los baños son de uso para clientes” y numerosos artículos se hicieron eco en varias ocasiones sobre el tema.

La resolución Nº 46798 de 1993 de la Ciudad de Buenos Aires -aún en vigencia- en su artículo 1º señala: “El Departamento Ejecutivo a través de los organismos técnicos correspondientes, intimará a los propietarios de confiterías, bares, restaurantes, salones de té, etc., de esta Ciudad, para que acorde a las disposiciones vigentes liberen el uso de las instalaciones sanitarias para toda aquella persona que así lo solicite haya o no efectuado consumición”, y sostiene que serán intimados “propietarios de confiterías, bares, etc., a que liberen el uso de las instalaciones sanitarias , baños, a toda persona que así lo solicite, haya o no efectuado consumición”.

El micrositio de “Justicia Cerca” del gobierno nacional también lo incluye entre sus temas: “Los dueños de restaurantes, bares o confiterías en CABA, deben permitir el uso de los baños a todas las personas que lo pidan, aunque no hayan consumido en el local”