martes, 14 de abril de 2020

Inversión de ducha

Hoy mientras me bañaba me puse a pensar en lo que podría ser la previa a un encuentro. Cualquiera fuese el encuentro, pero esta vez con alguien a quien no vemos desde, por lo menos, un mes. 

En otro momento uno se habría bañado como lo estaba haciendo en ese momento y pensaría qué ponerse. Lo habría hecho bajo otras circunstancias. Las del antes. Las de todo lo anterior al reciente momento que giró la curva de la historia de cada ser pensante de este mundo. 

En ese mundo anterior hubiésemos creído que mejor ponerse una  camisa copada, o un pantalón más grueso porque de repente allá afuera está fresco. O al revés, según la ubicación en el globo. Habría pensado tanto en todo lo accesorio al encuentro. Pero de repente nos redescubrímos priorizando el momento más que todo lo que lo rodea. Es como esa especie de antivirus que te dice que hay un montón de cosas y aplicaciones y programas que no usás y que no necesitás. Que están ahí de adorno. Esta nueva actualización te dice que será mejor pensar en claro y descubrir que el tiempo que no pasamos en el encuentro es una inversión a reforzar esos lazos que hoy mantenemos mediante cámaras y telecomunicaciones. 

También pensé en cómo sería el primero de los partidos de fútbol con amigos. Esos con los que cada sábado bromeamos en el grupo de whatsapp imitando lo que vienen siendo cada sábado desde, ponele, hace más de una década. Que quién pagó la cancha, que otro informa en qué cancha nos toca jugar. Que “llego para el segundo” o “estoy a media máquina. Más de un tiempo no juego”. Todo para mantener la parte linda de aquella normalidad que supimos tener y que nada hará cambiar. Esa normalidad distinta a la del cómo vestir para un encuentro. Un encuentro que a partir del primer día que podamos salir, pueda ser, tenga más relevancia por el valor de los que nos rodean. 

Será mejor invertir el tiempo en ideas de una ducha que se presuma interminable por la ilusión de próximos encuentros y que anteceda al primero de los abrazos anhelados. 

Hasta mañana, que será un día más. Pero también uno menos. 

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